Crónica de la hipocresía: ¿Libertades o respeto religioso?
Mucho se ha discutido sobre la dicotomía que supone para algunos la libertad de expresión y el respeto a la religión. En este debate entre los que opinan que no hay excusa para justificar ninguna muerte y los que piensan que la redacción de “Charlie Hebdo” recibió su merecido, hay varios planos y matices insertos en varias realidades.
Entre las opiniones más generalizadas, cabría resaltar tres principalmente:
1. Los que piensan que el laicismo es el camino, que la libertad de expresión es ilimitada, puede ser irreverente y que ningún dogma puede predominar por encima de ello, lo cual no deja de ser un dogma en sí, o un dogma de dogmas, acogiéndolos a todos bajo el paraguas del propio laicismo.
2. Los que piensan que aún habiendo libertad de expresión el límite está en el respeto, sobre todo a las religiones, ya que no sólo se entra a criticar una simple opinión política, sino que se arremete contra las creencias más profundas del individuo.
3. Los que piensan que, siempre sin justificar ninguna muerte a manos del fanatismo, los de “Charlie Hebdo” se pasaron tres pueblos y que, al menos, el cabreo fundamentalista estaba justificado.
Personalmente, estoy con la primera aunque con matices. Las otras dos son comprensibles en mayor o menor medida. Bueno, la última en muy poca medida. Pero no nos desviemos del tema. Entremos en un debate mucho más interesante, sobre todo para los que estén en el grupo del tercer apartado: ¿Acaso merece la libertad de expresión ser coartada si se dirige contra tipos como Hitler, Mussolini o Stalin?
Esta reflexión puede darnos para un libro, pero ¿creen ustedes que estamos ante le mismo caso? Me refiero a que debemos dilucidar, antes de formarnos una opinión si unos sanguinarios que utilizan a “niñas bomba” de diez años se merecen algún respeto, o más bien todo nuestro rechazo. A menudo confundimos el papel que ha jugado “Charlie Hebdo” en todo esto. Se confunde el hecho de que el semanario nunca ha sido irreverente con el Islam, sino que admiten como su obligación ser intolerantes con los fanáticos y atacarles con todo lo que tienen, es decir, un lápiz y un papel.
Otra contradicción que evidencia la hipocresía política y la manipulación de los medios a la que estamos sometidos, es la contradicción entre los intereses de las élites y los de los pueblos que sufren toda esta barbarie. No está exenta de la misma paradoja, la hipocresía que desbordó la cabecera de la manifestación, al componerla varios tipos siniestros que ese día, casualmente, defendieron la libertad de expresión. Analicemos algunos nombres…
Políticos que asistieron a la manifestación y coartan la libertad de Prensa
No sé si sabían que a la manifestación en la que se defendía la libertad de expresión acudieron muchos Jefes de Estado que la coartan. Comenzando por el propio Mariano Rajoy en representación de España y con su nueva ley a cuestas, más conocida como LEY MORDAZA, en la que se contemplan penas de hasta 600.000 € de multa por el hecho de convocar una manifestación. La cosa no queda aquí, Mariano Rajoy, cuando era ministro en el Ejecutivo de José María Aznar firmó el cierre de los diarios Egunkaria y Egin en un intento criminalizador de la izquierda abertzale y que recientemente y coincidiendo con los atentados en París, ha guardado el silencio más frío en relación a la imputación del humorista Facu Díaz por una parodia sobre el PP.
El actual primer ministro griego Antonis Samarás, con la amenaza electoral del partido neonazi Amanecer Dorado a su derecha, decidió, en 2012, lanzarse a la caza del migrante sin papeles en un intento de ganarle espacio a Amanecer Dorado con mensajes de «defensa del orden público frente al crimen y la inmigración ilegal» y puso en marcha la Operación Zeus Xenios. Se trató de un dispositivo policial basado en redadas masivas en los barrios populares de las ciudades para detener a personas indocumentadas, basándose simplemente en «su apariencia física» para expulsarlas del país. En la operación se detuvo a unas 6.000 personas y presentaron cargos contra 1.600 por entrada ilegal en Grecia.
Otro político que hizo un ejercicio de hipocresía el pasado domingo fue el Primer Ministro de Bulgaria, Boiko Borisov, que en 2013 que, durante las masivas protestas ciudadanas contra el monopolio industrial en el sector energético y el incremento de las facturas de la electricidad y el agua, ordenó a la policía cargar contra los periodistas que cubrían las protestas.
El primer ministro Viktor Orbán de Hungría y su partido, el conservador Fidesz, son los artífices de la restricción draconiana de las libertades básicas en su país, la violación de la separación de poderes, la autorización al primer ministro a gobernar por decretos-ley, el aumento del control gubernamental sobre el Banco Central y el amordazamiento de los medios de comunicación. Orbán desfiló por París.
Irlanda es un país en el que la blasfemia está perseguida como ofensa con multas hasta 25.000 euros. La ley contradice la Carta de Derechos Fundamentales de la UE. El primer ministro conservador irlandés Enda Kenny también ha estado presente en la marcha parisina «de la libertad de expresión». La revista Charlie Hebdo en Irlanda estaría en números rojos.
El primer ministro de Mali, Modibo Keita, también presente en los Campos Elíseos, se ocupó personalmente de la expulsión de la periodista freelance francesa Dorothée Thiénot, que contaba como el ejército maliense perpetraba abusos de los derechos humanos y matanzas indiscriminadas a supuestos terroristas y rebeldes tuaregs.
El primer ministro turco Ahmet Davutoglu es el jefe del gobierno que ha encarcelado a más periodistas del mundo. En diciembre pasado varias periodistas y trabajadoras de los medios de comunicación fueron detenidas en una razzia en Turquía contra la libertad de prensa, algunos de renombre como el redactor jefe del diario Zaman, Ekrem Dumanli, y el director de ediciones de la cadena de televisión Samanyolu, Hidayet Karaca. La situación de represión informativa es más grave que nunca en Turquía. Ya en marzo pasado el ahora Presidente,�Recep Tayyip Erdogan, ordenó cerrar Twitter y YouTube. El domingo paseado por París.
Tras Turquía, el país que encarcela a más periodistas es Bahrein. El ministro de Asuntos Exteriores, Khalid bin Ahmed Al Khalifa, también asistió a la manifestación. La represión a la prensa es un hecho cotidiano en el pequeño emirato, que se empenña en reprimir cualquier reportaje crítico con la monarquía y que informa de las revueltas populares. Tres periodistas están en prisión y varios bloggers han sido perseguidos y golpeados. En Túnez, el blogger Yassine Ayari fue enviado a prisión por un tribunal militar «por difamar al ejército» en posts en Facebook. El primer ministro Mehdi Joma estuvo en París. Como el embajador de Arabia Saudí en Francia, dos días después de la condena en su país del blogger Raif Badawai a 50 latigazos «por haber insultado al Islam».
El rey Abdulá de Jordania fue otro de los participantes. El año pasado su gobierno sentenció in absentia a 15 años de prisión y a trabajos forzados al periodista palestino-jordano Mudar Zahran, que ha escrito sobre las estrechas relaciones de Jordania con EEUU y la connivencia con Israel y el rol de la monarquía hachemita en repeler rebeliones populares.
Israel tampoco es un país que deje libertades a la prensa, sobre todo extranjera, cuando se trata de cubrir el conflicto armado con Palestina. La intimidación, expulsión e incluso la muerte, son frecuentes. Durante el año 2014, según datos de Reporteros Sin Fronteras, 66 periodistas han sido asesinados por el ejército israelí en el ejercicio de sus funciones, de los cuales 17 eran periodistas palestinos durante la ofensiva militar en Gaza este 2014. El presidente de la Autoridad Palestina Mahmud Abbas, tampoco le ha temblado el pulso para reprimir aquellos periodistas palestinos que han criticado su gestión e informado de los casos de corrupción de su partido.
El Fiscal General de EE.UU. Eric Holder es el responsable político de la coerción de libertades periodísticas en el país norteamericano. Durante las protestas del movimiento Occupy o contra la brutalidad policial y violencia racista en Ferguson fueron detenidos varios periodistas como Wesley Lowery, reportero de The Washington Post, o Yasha Levine de Pando Daily. Jens Stoltenberg es el Secretario General de la OTAN, una organización que todavía no ha sido procesada para perpetrar el bombardeo en 1999 en el edificio de la radiotelevisión serbia donde murieron 16 personas, entre periodistas y personal de la cadena RTS. Stoltenberg estaba en París «por la libertad de expresión».
«Los nuevos amigos de Charlie Hebdo», manifestó Bernard Holtrop, alias Willem, caricaturista de Charlie Hebdo en el diario holandés De Volkskrant: «me hacen vomitar». «Nos hacen vomitar todas estas personas que de repente dicen que son nuestros amigos y encabezan la manifestación de París».
Anonimo
Qué interesante es esto que dice el autor. La masonería tiene un trinomio básico y fundamental. Cada palabra es importante, no individualmente, sino como un todo: Libertad, Igualdad y Fraternidad. Muchas veces se nos olvida esta última, Fraternidad. No podemos ejercer la libertad si no es para pelear por la igualdad y haciendolo fraternalmente.