El fanatismo religioso y el Poder
Vicente Rocamora Morales/Taberna del Ganso
Si aprendiéramos de la experiencia, afrontaríamos el tema de la violencia asociada al Islam con más realismo, solíamos decir en los tiempos más duros de ETA, que no todos los nacionalistas eran terroristas, pero si veíamos que el mundo nacionalista vasco y la izquierda española no se empezó a manifestar claramente en contra hasta ya muy entrada la Democracia.
En Europa hemos conocido el fanatismo religioso cristiano, que aun perdura aunque más reducido. Solemos ser superficiales y consideramos que la religión es el problema, sin considerar que de los millones de personas que siguen una religión, solamente un porcentaje muy pequeño de ellos está fanatizado. En las ideologías políticas ocurre lo mismo, solo que la ideología política lleva menos tiempo en la historia que la religión.
El fanatismo es como define el diccionario, una “adhesión inquebrantable”, una adhesión que va más allá de lo razonable.
El fanatismo es más abundante de lo que parece, porque solo resalta cuando adquiere carácter violento, El fanático entiende que solamente la idea o doctrina a la que se adhiere es la única validad, y la única que tiene derecho a imponerse al resto. El problema añadido es que la idea o doctrina acaba construyendo la personalidad y los anhelos del fanático, se convierte en algo tan intimo, tan personal, que el fanático entiende que lo que ponga en peligro o cuestione su creencia está poniéndole a él mismo en peligro.
Todos creemos en algo y al hacerlo, desarrollamos una visión del mundo en el que la creencia va a darle forma a la realidad percibida, la mente racional va a poder diferenciar los aspectos subjetivos que afectan a la realidad objetiva, pero la persona con problemas cognitivos no va a poder hacer esta diferenciación.
Incluso en personas racionales, el apego a la creencia es tan fuerte que le puede resultar difícil llegar a cambiar de opinión, porque la idea que nos construye como individuo, nos produce una reacción emocional cuando se la cuestiona. En este sentido, el fanático racionalista puede ser quien con más vehemencia manifieste su carácter fanatizado, pues está convencido de que posee la argumentación adecuada por ser discursiva y no dogmática.
En Europa fue la racionalidad desde el seno mismo del cristianismo y más tarde el pensamiento ilustrado, la que ha ido haciendo posible un cristianismo paradójicamente más autentico y fiel a sus principios espirituales.
La burbuja cultural en la que los europeos estábamos instalados, está siendo sacudida por una forma de entender la religión que hace ya mucho que dejamos atrás, La mezcla de política y de religión con la finalidad de conquistar el Poder. El fanático necesita el amparo de una comunidad que legitima su ira, y el Poder dominante necesita la incapacidad de razonar del fanático para lanzarle al combate. Es una simbiosis perfecta que en Europa funcionó durante siglos con éxito.
El Islam está asentándose en el continente europeo y esto nos crea recelo, además coincide con lo ocurrido en Irak, Libia y ahora Siria, con un terrorismo en suelo europeo conectado directamente con el Estado Islámico que quiere crecer en el otro lado del mediterráneo. Inmediatamente relacionamos religión y violencia fanática, nos dividimos entre un “buenismo relativista” que diluye los logros culturales de Occidente y un rechazo a todo lo relacionado con el Islam.
Para resolver un problema necesitamos comprenderlo, hacer una buena lectura, conocer los datos y saber qué queremos averiguar en relación con los datos que disponemos.
La inmensa mayoría de los musulmanes que viven en España, no se diferencian mucho de los católicos españoles, su religiosidad es más cultural que otra cosa y sus aspiraciones, son vivir en paz desarrollando su cultura y tradiciones.
El problema mayor, es hacer compatible modelos culturales tan distintos en un mismo territorio, pero la cuestión del fanatismo religioso en manos de intereses espúreos es otra cosa, siempre lo fue.
Para saber más:
Fanatismo, interés psicológico
Ansiedad y fanatismo religioso
Radicalización, terrorismo y psicología
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