Un dominico en la Masonería Francesa
¿Qué es el perdón? ¿Existe un límite insuperable para distinguir lo perdonable e imperdonable?
¿Este límite, si existe, tiene un carácter universal? ¿Se vive el perdón de la misma manera independientemente del entorno religioso, cultural e histórico? ¿El perdón finalmente es una virtud, es decir, una acción voluntaria? Según informa la Gran Logia Nacional Francesa, el hermano dominicano Philippe Jeannin ha sido invitado por la Respetable Logia de Investigación Johan Knauth número 1505 de Masonería Francesa para compartir sus pensamientos sobre el lugar que ocupa el perdón en la realización espiritual del ser humano.
Citando alternativamente el Antiguo y el Nuevo Testamento, el Corán, el Papa Juan Pablo II, pero también filósofos como Vladimir Jankelevitch, el dominico intentó responder a todas estas preguntas y concluir que el perdón representa una posible redención de la situación de irreversibilidad para no permanecer prisionero del pasado.
Después de un intercambio abundante con el público presente, el RF Jean Marie D. Orateur del Lodge Johan Knaut tuvo que concluir recordando que la ofensa supuso una igual dignidad para el ofendido y el ofensor. Esta dignidad en la cual la humanidad encuentra su origen y que en el análisis final, es la presencia o el rostro del Gran Arquitecto del Universo, la primera víctima de toda travesura.
Es su cara la que primero se desfigura en el ofensor y luego se ofende. Reparar la ofensa es responsabilidad de la justicia. El único ofendido puede dar perdón al ofensor. Es un regalo gratuito, precioso y delicado que puede devolver al ofensor la humanidad que ha desfigurado en él. Perdonar es para los ofendidos retener al ofensor con el resentimiento legítimo experimentado. El perdón solo puede permitir el restablecimiento de la relación (fraternal) y especialmente en el fondo restaurar al ofensor «la cara divina hinchada».
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