La granada en la antigüedad se cultivaba en los huertos caseros para deleitar a las familias y aunque en la actualidad no es un fruto de consumo masivo, ocupa sitiales insospechados en el universo simbólico, en especial en el templo masónico, donde se le considera como el fruto de la vida, que es germen y sustancia a la vez, representando además, la necesaria armonía social que emerge de pequeñas semillas interrelacionadas, unidas que exponen su luminosidad hacia el exterior.
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