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Pulgar: «Mi padre me enseñó el sentido de lo humano, la importancia de las personas»


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“La Masonería no da instrucciones, ni directrices. La obligación es la reflexión profunda de entender los problemas con el máximo respeto al ser humano. No puedo decir, ni menos imponer, lo que debe hacer un Hermano. La decisión de los actos es individual. La única esencia es la Escuela de la Moral”, Álvaro Pulgar G.

Álvaro Pulgar se autodefine como provinciano, no solamente porque nació en Valdivia, sino porque gran parte de su vida transcurrió en distintas ciudades. A Santiago llegó por una sugerencia familiar. No quiso decir que fue su señora la que quería estar cerca de los hijos, pero lo dejó entrever, con muy pocas palabras, como buen ingeniero.

Hablar con el Soberano Gran Comendador, Álvaro Pulgar Gallardo, es mucho más simple de lo que alguien pudiese imaginar. Como buen ingeniero, va directo a lo que se le pregunta y contrario a lo que la creencia indica, no tiene nada de “ingeniero cuadrado”. Tiene cuatro hijos; tres mujeres y un varón, con carreras tan variadas como psiquiatría o construcción civil.

Este rasgo de flexibilidad y de reflexión se lo debe a su padre, Juan Pulgar Montoya. Radical, bombero y Masón. La trilogía que más distinguió a la masonería años atrás. Además, fue diputado por Valdivia en la época de Juan Antonio Ríos.

Habla pausado, tiene un humor simpático, y se ríe de sí mismo. Llegó a decir que lo eligieron Soberano Gran Comendador porque no discutía mucho. Detrás de esa declaración, medio en broma, medio en serio, se revela la tranquilidad con que enfrenta los conflictos y la vida en general. Dice que no le gusta pelear, no le gustan las discusiones bravas, y es más bien conciliador. Le gusta trabajar, ahí está su mayor pasión junto a la Masonería.

Por siempre Masón

Su cuna fue y es masónica por su padre quien le dio el sello de la libertad absoluta. Recuerda que le enseñó hasta los 12 años y que después lo dejó sólo, no abandonado. Se hizo responsable de sus deberes como estudiar y cumplir los cometidos. En el Liceo, en los distintos que estuvo, incluido el Instituto Nacional, cuenta que la mayoría de los profesores eran masones por lo que la Institución le resultó siempre un ambiente natural.

A los 24 años ingresa a la Orden.

En la Universidad de Chile, mientras estudiaba ingeniería, forma el Clan Los Quanta, en honor a la física que, en esa época, era la punta de lanza de la investigación. De ahí en adelante, hizo el recorrido necesario para llegar finalmente a detentar el cargo que ejerce en la actualidad. Después de una destacada carrera en la Masonería, logró hacerse acreedor del grado 33, en donde participan alrededor de 500 Hermanos. Luego, fue elegido para el Grupo Dirigente que son 33 Hermanos como máximo. Años más tarde, fue elegido Soberano Gran Comendador para el período 2016-diciembre 2020. Puede ser re-elegido, la mayoría lo es, pero Álvaro Pulgar no lo piensa. Repite que tiene 91 años y que ya es suficiente. Una pequeña contradicción si se piensa que el 2019, hizo 20 intervenciones ante grandes audiencias de Hermanos, del grado 4 al 33, de norte a sur del país. Sin ser una obligación del cargo, él se lo ha autoimpuesto como una necesidad. “Las relaciones personales que se producen son muy fuertes porque no es solamente un discurso, sino todo lo que lo rodea: las reuniones previas y el ágape con que se finaliza”, añade Pulgar.

Además, visita todos los Centros de Masonería Escocesa que son 17 en regiones y 3 en Santiago. Lo hace porque es provinciano, de Concepción, de La Serena, Valdivia, se auto justifica.

Ingeniero por opción

Estudió Ingeniería porque tenía facilidades para las matemáticas, a pesar que, posteriormente, se da cuenta que la Ingeniería es más física que matemáticas.

Es ingeniero civil estructural de la Universidad de Chile, con una infinidad de especialidades en su currículum. Además, Ingeniero Industrial, con especialidad en Computación e Informática.  

Con el alma de profesor, heredada de su padre, un profesor de francés y filosofía, ha impartido clases en diversas universidades, casi los mismos años que su carrera profesional. En la Universidad de Concepción, hizo clases de Resistencia de Materiales, Diseño de Acero, Hidráulica, por nombrar algunas.

Las universidades fueron su segunda casa porque donde fuera que se trasladaba, había una universidad esperándolo.

Cuando se recibe, ingresa a la CAP donde hizo toda su carrera profesional. “Eran otros tiempos, porque se daban muchas oportunidades”, acota Álvaro, al referirse a su largo paso por una sola empresa.  Estuvo 25 años en la planta de Huachipato, luego en la Minería del Hierro, de La Serena, también parte de CAP, durante 15 años. En la CAP minería de La Serena estuvo a cargo de todos los proyectos de ampliación de la minería. Varios centros de producción, gerente de Ingeniería y Construcción.

El trabajo de ingeniero a cargo de importantes proyectos lo llevó a viajar por distintos países donde le tocó negociar a alto nivel. Es así como su paso por Francia durante seis meses, como encargado del proyecto nueva acería, le valió un enorme desafío desde la ingeniería y el idioma.

Tokio, un desafío cultural.

Reconoce que es un país complejo por la distancia en el saludo, apreciado hoy por el coronavirus. Sin embargo, alaba el respeto de los japoneses. Le tocó encabezar las negociaciones técnicas, por parte de CAP con Mitsubishi, representante de las empresas siderúrgicas del Japón.

Su paso por Estados Unidos también está dentro de sus experiencias profesionales. En Pittsburgh, Centro del Acero de USA, en el proyecto Alto Horno, le tocó dirigir los diseños técnicos.

En CAP terminó siendo parte del Directorio de la empresa, como representante del personal accionista de la compañía, durante dos períodos y como Vicepresidente en el segundo.

 La carrera de ingeniero, no cabe duda que lo llena. Sin embargo, no deja de recordar a su padre que siempre que le mostraba los planos de los proyectos que hacía, le preguntaba dónde estaba la gente.

Un plano de ingeniería, necesita personas, le repetía su padre. Las construcciones por si solas no implican nada. De ahí, una de las grandes ocupaciones del Soberano Gran Comendador: la condición humana.

La línea de la moral

“La Filosofía es una Escuela de Moral y es el trabajo interno de la Masonería. Es el desarrollo necesario para que los Hermanos que están en la Masonería Filosófica mejoren su trabajo en la Simbólica. La obligación en la Escocesa o Filosófica, es que se haga lo mejor posible, y que se eleve el nivel intelectual”, añade Pulgar. Menciona al Gran Maestro, Sebastián Jans, con quien tiene una cercanía que se remonta a 25 años. Ambos asisten a las reuniones de la Masonería Filosófica y cada uno a la Simbólica respectiva.

Lo estima muy necesario, sobre todo en estos tiempos. Insiste que no se debe olvidar el valor de la vida humana. Es nuestro deber cuidarla porque es un bien especial recibido. “ No es primera vez que estamos sometidos a situaciones externas como humanidad, pero se han podido controlar. Hoy es mucho más grave, porque sumamos dolencias sociales importantes”, enfatiza Pulgar.

Menciona que tiene 91 años y que será el último en salir, porque aún tiene tareas pendientes y no desea enfermarse. Si se contagiara, daría un paso al lado. “Las oportunidades son para los jóvenes”, concluye Pulgar.

Gran Logia de Chile

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Publicado por:

Garibaldi

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