Clara Campoamor: «ser masona era un delito legalísimo»
Republicana, feminista y de izquierdas. Nace en el barrio madrileño de Maravillas el doce de febrero de 1888, en una familia de origen humilde.
Su madre era modista y su padre, contable de un periódico. En 1914 y tras sacar el número uno de su oposición, se convierte en profesora de adultas en el Ministerio de Instrucción Pública.
En 1923 participa en un ciclo sobre Feminismo organizado por la Juventud Universitaria Femenina donde comienza a desarrollar su ideario sobre el derecho a la igualdad de las mujeres.
Fue también la primera mujer que intervino ante el Tribunal Supremo y que desarrolló trabajos de jurisprudencia sobre cuestiones relativas a los derechos de la situación jurídica de las mujeres en nuestro país.
En 1928 crea junto a compañeras de otros paises europeos la Federación Internacional de Mujeres de Carreras Jurídicas, que todavía existe con sede en París y trabaja junto a Victoria Kent y Matilde Huici en el Tribunal de Menores.
Con Azaña forma parte de la junta directiva del Ateneo de Madrid y se declara republicana.
A la pregunta de un periódico ¿Monarquía o República?, responde ¡República, República siempre!. Me parece la forma de gobierno más conforme con la evolución natural de los pueblos. Y en muchos casos la más adecuada a la situación de un país específicamente considerado, verbigracia, España.
Fue delegada de España en la Sociedad de Naciones. En los últimos años de la dictadura de Primo de Rivera, colabora en el diario «La Libertad» donde en una sección propia titulada «Mujeres de hoy» presenta y analiza la vida de mujeres.
Tras la dictadura, entra a formar parte del Partido Radical y se presenta a las elecciones de 1931 para las Cortes Constituyentes de la Segunda República, obteniendo un escaño como diputada por Madrid.
Participa en la comisión encargada de redactar la Carta Magna republicana, siendo la primera mujer que habla en las Cortes Españolas. Estamos en septiembre de 1931.
Desde su tribuna ejercerá una enadercida defensa del sufragio femenino en España, con la oposición de sus propios compañeros de partido y de otra diputada socialista, Victoria Kent, convertida en la portavoz del «no».
Victoria Kent se opone al derecho electoral de las mujeres, argumentando que éstas influidas por la Iglesia, votarán conservador. La derecha, contraria a la emancipación de las mujeres, apoya, sin embargo, a Clara Campoamor por los motivos que esgrime Victoria Kent, pensando que los votos de éstas les serán favorables a su formación.
Clara Campoamor se mantiene fiel a sus principios y defiende el derecho de las mujeres a ser consideradas ciudadanas por encima del sentido de su voto.
Al final, y con una apretada victoria impone sus tesis y entra en la Historia como la principal artífice de la inclusión del voto femenino en España, recogido en la Constitución de 1931, que en su artículo 36 dispone que «Los ciudadanos de uno y otro sexo, mayores de 23 años tendrán los mismos derechos electorales conforme determinen las leyes».
En 1936, tras el golpe militar del general Franco contra la República Española, Clara Campoamor se exilia a Francia, Argentina y a Laussanne donde fallece en 1972 sin haber tenido la oportunidad, ante las condiciones impuestas por parte del gobierno franquista, (El dictador del bigote) propuso, al igual que con otros masones elegir entre dar los nombres de los masones que conocía, o pasar 12 años en la cárcel.
Dijo que ser masona era un delito legalísimo cuando ingresó en la masonería. Eligió, otra vez, el ostracismo, el destierro y el olvido y no pudo regresar a España como era su deseo.
Jotenegro
Ella comprendió que era irregular serlo. Así de simple.