Icono del sitio Diario Masónico

Revolución «La Gloriosa»

Revolución «La Gloriosa»

 

 

 

Hace 147 años, el 19 de septiembre de 1868, se desata una sublevación en Cádiz contra la monarquía de Isabel II que desembocará en la revolución conocida como La Gloriosa.

La Revolución de 1868 o La Gloriosa, también conocida por La Septembrina, fue un levantamiento revolucionario españolque tuvo lugar en septiembre de 1868 y supuso el destronamiento de la reina Isabel II y el inicio del período denominadoSexenio Democrático. Como señaló María Victoria López-Cordón, «la Revolución de Septiembre fue una brusca sacudida en la historia del siglo XIX español, cuyos efectos se dejaron sentir ampliamente en toda la geografía del país»,1 ya que a partir de ella tiene lugar en España el primer intento de su historia de establecer un régimen político democrático, primero en forma de monarquía parlamentaria, durante el reinado de Amadeo I (1871-1873), y después en forma de República, la Primera República Española (1873-1874). Sin embargo, ambas fórmulas acabarán fracasando.

A principios de septiembre de 1868 todo estaba preparado para el pronunciamiento militar que se acordó que se iniciaría en Cádiz con la sublevación de la flota por el almirante unionista Juan Bautista Topete. Allí llegó en la noche del 16 de septiembre desde Londres, vía Gibraltar, el general Prim, acompañado de los progresistas Práxedes Mateo Sagasta y Manuel Ruiz Zorrilla, antes de que llegaran desde Canarias en un vapor alquilado con dinero del duque de Montpensier los generales unionistas que estaban allí desterrados, encabezados por el general Francisco Serrano. Prim y Topete decidieron no esperar y el 18 de septiembre se sublevaba Topete al frente de la escuadra. Al día siguiente, tras la llegada de Serrano y los generales unionistas desde Canarias, Topete leyó un manifiesto redactado por el escritor unionista Adelardo López de Ayala en el que se justificaba el pronunciamiento y que acababa con un grito —«Â¡Viva España con honra!»— que se haría célebre. Según Josep Fontana, el manifiesto «era un auténtico prodigio de ambigüedad política»

 

 

Salir de la versión móvil