Mediante el Tratado de Paz entre los Estados Unidos de América y el Reino de España, queda proclamado hoy en Washington que «España renuncia todo derecho de soberanía y propiedad sobre Cuba»; ofreciendo así la primera posibilidad de independencia de Cuba.
Igualmente, en el mencionado Tratado también se recoge que «España cede a los Estados Unidos la Isla de Puerto Rico y las demás que están ahora bajo su soberanía en las Indias Occidentales, y la Isla de Guam en el Archipiélago de las Marianas o Ladrones»; entre otros muchos acuerdos. España recibe a cambio la cantidad de 20 millones de dólares. (Hace 117 años)
Los miembros de la delegación estadounidense eran: William R. Day, William P. Frye, Cushman Kellogg Davis, George Gray y Whitelaw Reid. Curiosamente, y en contra de las más elementales normas democráticas, la delegación contaba con tres senadores (quienes lógicamente habrían de votar más tarde a favor de la ratificación de sus propias propuestas).
La delegación española contaba con los siguientes diplomáticos: Eugenio Montero Ríos, Buenaventura de Abarzuza, José de Garnica, Wenceslao Ramírez de Villa-Urrutia, Rafael Cerero, además del citado diplomático francés, Jules Cambon.
Las negociaciones se llevaron a cabo en el Ministerio de Asuntos Exteriores en París.
Durante la primera sesión, el 1 de octubre de 1898, los españoles pidieron que antes de ponerse oficialmente en marcha las conversaciones, se devolviera la ciudad de Manila al gobierno español; ya que había sido capturada por los estadounidenses horas después de la firma del protocolo de paz en Washington. Los norteamericanos se negaron a considerar esta circunstancia.
Durante casi un mes, las negociaciones giraron en torno a Cuba. Los dirigentes de EE. UU. temían que tras la larga campaña propagandística llevada a cabo en los medios de comunicación de EE. UU., la opinión pública se volviera en su contra si hubieran pretendido anexionarse la isla, como hicieron con Puerto Rico, Guam y las Filipinas.?Otro tema que se puso sobre la mesa de negociaciones fue la deuda nacional cubana, que ascendía a más de cuatrocientos millones de dólares. España se negó a aceptarla, pero al final no tuvo otra opción y la responsabilidad de la deuda tuvo que ser asumida por España.
Tras el final de las conversaciones sobre la independencia de Cuba, Estados Unidos también impuso que España entregaría a Puerto Rico y Guam a los Estados Unidos.
Los negociadores se centraron entonces sobre la cuestión de las Filipinas, con los miembros de la delegación española albergando inocentemente la esperanza de ceder sólo?Mindanao y las islas de Sulú, manteniendo bajo administración española el resto del archipiélago, algo a lo que los estadounidenses se negaron rotundamente.
Tras un breve debate, la delegación estadounidense ofreció veinte millones de dólares el 21 de noviembre y exigió una respuesta en un plazo de 48 horas. Eugenio Montero Ríos se sintió insultado y dijo airadamente que él podría responder de inmediato, pero la delegación estadounidense abandonó la mesa de conferencias. Cuando las dos partes se reunieron de nuevo, la reina María Cristina había telegrafiado ya su aceptación de los términos. Montero Ríos recitó la respuesta oficial:
El Gobierno de Su Majestad, movido por razones nobles de patriotismo y de humanidad; no asumirá la responsabilidad de volver a traer a España todos los horrores de la guerra. Para evitarlos, se resigna a la penosa tarea de someterse a la ley del vencedor, por dura que sea, y como España carece de los medios materiales para defender los derechos que cree que son suyos; se aceptan los únicos términos que los Estados Unidos le ofrecen para la conclusión del tratado de paz.
Se empezó a trabajar en la conclusión del tratado el 30 de noviembre y se firmó finalmente el 10 de diciembre de 1898.