Les ofrecemos la conferencia sobre el masón extremeño Mario Roso de Luna, pronunciada por Esteban Cortijo en las jornadas sobre masonería de la Fundación César Navarro, en colaboración con el Instituto Masónico de España y la Gran Logia Provincial de Madrid. Disfruten del acercamiento a tan magna y controvertida figura.
Conocido como El mago rojo de Logrosán, astrónomo y escritor, se definía a sí mismo como teósofo y ateneísta, y fue activo miembro del Ateneo de Madrid.
En sus libros, Roso aplicó la doctrina teosófica a múltiples campos, como la musicología (Beethoven, teósofo, Wagner, mitólogo y ocultista) Las mil y una noches (El velo de Isis), los mitos precolombinos (La ciencia hierática de los mayas) y el folclore español (El libro que mata a la Muerte, El cual describe hechos del mundo antiguo). Tradujo al castellano las obras de Blavatsky y produjo una larga serie de libros propios, agrupados en la llamada Biblioteca de las Maravillas. Colaboró también en la recogida de romances y otras tradiciones populares extremeñas y fundó la revista Teosófica Hesperia, editada en Madrid de noviembre de 1921 a febrero-marzo de 1925.
Colaborador habitual en diversas publicaciones: periódicos como El Globo, El Liberal, La Libertad o La Voz de Extremadura; revistas como La Esfera, Nuevo Mundo, Nuestro Tiempo, El Telégrafo Español, El Álbum Ibero-Americano, La Ciudad Lineal, Revista de Extremadura, Alma Extremeña, Revista del Ateneo de Madrid, Boletín de la Real Academia de la Historia, y, por supuesto, revistas teosóficas como Sophia (Madrid), El Loto Blanco (Barcelona), Boletín Mensual del Ateneo Teosófico, Zanoni (Sevilla), Vida y Ciencia (Sevilla), La Luz del porvenir (Valencia) o Lumen (Tarrasa) y también en algunas extranjeras como La Verdad (Buenos Aires), La Cruz Astral (Chile), Virya (Costa Rica), O Pensamiento (Sao Paulo) o Isis (Lisboa)
Sepultura de Roso de Luna en el cementerio civil de Madrid, perteneciente a la necrópolis del Este.
Ha quedado noticia, quizá legendaria, de que en su lecho de muerte dijo a sus allegados: «Ningún hombre es indispensable. No me lloréis. De una sola manera honrareis mi memoria: ¡Continuad mi obra..! ¡Superadla!». Fue enterrado en el Cementerio civil de Madrid.
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