Conferencia: “Egipto y su enseñanza iniciática”
Conferencia de Sebastián Vázquez sobre la enseñanza iniciática del Antiguo Egipto desde un punto de vista del pensamiento heterodoxo.
El conferenciante, lleva vinculado al mundo del libro desde hace más de treinta años. De modo independiente ha estudiado en profundidad el pensamiento heterodoxo y las religiones, especialmente las orientales y la religión egipcia, sobre las cuales imparte cursos asiduamente.
Hace 5000 años la civilización egipcia resplandecía en el apogeo de su gloria. se construía en bubasta, en luksor, en speos e ibsambul. en thebas un arco de triunfo recordaba la toma de kadesh. en memphis el rameseum se elevaba rodeado de un bosque de obeliscos, de estrellas, de monolitos gigantescos.
En medio de aquella actividad febril, de aquella vidadeslumbradora, más de un extranjero aspirante a los misterios, venido de las playas lejanas del asia menor o de las montañas de la tracia, llegaba a egipto, atraído por la reputación de sus templos. una vez en memphis, quedaba asombrado.
Monumentos, espectáculos, fiestas públicas, todo le daba la impresión de la opulencia, pero aquella pompa aplastante no era lo que él buscaba. el deseo de penetrar el secreto de las cosas, la sed de saber: he ahí lo que le traía de tan lejos. se le había dicho que en los santuarios de egipto vivían magos, hierofantes en posesión de la ciencia divina. él también quería entrar en el secreto de los dioses. había oído hablar a un sacerdote de su país del libro de los muertos, de su rollo misterioso que se ponía bajo la cabeza de las momias como un viático, y que contaba, bajo una forma simbólica, el viaje de ultratumba del alma, según los sacerdotes de ammón-rá. pero ¿qué había de verdadero en aquellas narraciones turbadoras, en aquellas imágenes hieráticas tras las cuales se esfumaba el terrible misterio de ultratumba? — isis y osiris lo saben — le decían. pero ¿quiénes eran aquellos dioses de quienes sólo se hablaba con un dedo sobre los labios?
Para saberlo el extranjero llamaba a la puerta del gran templo de thebas o de memphis. varios servidores le conducían bajo el pórtico de un patio interior, cuyos pilares enormes parecían lotos gigantescos, sosteniendo por su fuerza y pureza al arca solar, el templo de osiris. el hierofante se aproximaba al recién llegado. la majestad de sus facciones, la tranquilidad de su rostro, el misterio de sus ojos negros, impenetrables, pero llenos de luz interna, inquietaban ya algo al postulante. aquella mirada penetraba como un punzón. el extranjero se sentía frente a un hombre a quien sería imposible ocultar nada. el sacerdote de osiris interrogaba al recién llegado sobre su ciudad natal, sobre sufamilia y sobre el templo donde había sido instruido. si en aquel corto pero incisivo examen se le juzgaba indigno de los misterios, un gesto silencioso, pero irrevocable, le mostraba la puerta. pero si el sacerdote encontraba en el aspirante un deseo sincero de la verdad, le rogaba que le siguiera. atravesaba pórticos, patios interiores, luego una avenida tallada en la roca a cielo abierto y bordeada de obeliscos y de esfinges, y por fin se llegaba a un pequeño templo que servía de entrada a las criptas subterráneas. la puerta estaba oculta por una estatua de isis de tamaño natural. la diosa sentada tenía un libro cerrado sobre sus rodillas, en una actitud de meditación y de recogimiento. su cara estaba cubierta con un velo. se leía bajo la estatua:“ningún mortal ha levantado mi velo”.
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