Hace 64 años, el 18 de octubre de 1955, moría José Ortega y Gasset, filósofo y ensayista español, exponente principal de las teorías del perspectivismo, del raciovitalismo y del historicismo.
Doctor en Filosofía de la Universidad de Madrid (1904) amplió estudios en Alemania, y en 1910 ganó por oposición la cátedra de metafísica de la Universidad Central, vacante tras el fallecimiento de Nicolás Salmerón.
Colaborador del diario El Sol desde 1917, donde publicó España invertebrada y La rebelión de las masas. En 1923 fundó la Revista de Occidente, siendo su director hasta 1936.
Ejerció notable influencia en investigadores, teólogos y escritores como Antonio Machado, Ignacio Ellacuría, Xavier Zubiri, Luis Recaséns, Francisco Ayala, María Zambrano, Pedro Laín Entralgo, José Luis López-Aranguren, Julián Marías, José Ferrater Mora, Albert Camus y en los autores de la generación del 27.
Yo y mi circunstancia
Con la frase «Yo soy yo y mi circunstancia y si no la salvo a ella no me salvo yo», aparecida en Meditaciones del Quijote, Ortega insiste en lo que está en torno al hombre, todo lo que lo rodea, no solo lo inmediato, sino lo remoto; no solo lo físico, sino lo histórico, lo espiritual.
El hombre, según Ortega, es el problema de la vida, y entiende por vida algo concreto, incomparable, único: «la vida es lo individual»; es decir, yo en el mundo; y ese mundo no es propiamente una cosa o una suma de ellas, sino un escenario, porque la vida es tragedia o drama, algo que el hombre hace y le pasa con las cosas. Vivir es tratar con el mundo, dirigirse a él, actuar en él, ocuparse de él.
En otros términos, la realidad circundante «forma la otra mitad de mi persona». Y la reimpresión de lo circundante es el destino radical y concreto de la persona humana.
El hombre es un ser que se encuentra inmerso, sumergido en una circunstancia (o naturaleza), la cual le presenta distintas concepciones de su estado físico y mental.
Por tanto, deja al hombre la misión de satisfacerlas. En el cumplimiento de tal tarea, agrega Ortega, es que el hombre crea la técnica, que, según este autor, podemos definir como «la reforma que el hombre impone a la naturaleza en vista de la satisfacción de sus necesidades». Ortega y Gasset definía al hombre como un «ser compuesto de realidades circunstanciales creadas por la opacidad en la forma de pensar y en el sedentarismo como fuente inspiradora de las culturas neopensantes incapaces de olvidar la tirantez que usurpa el conjunto de la sabiduría».
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